La salud empieza por los pies

Por 10 abril, 2016 Blog No Comments

¿Sabías que una persona normal puede llegar a dar tantos pasos en su vida como para dar cuatro veces la vuelta al mundo andando?

Nuestros pies soportan entre 2 y 4 veces el peso de nuestro cuerpo a cada paso, en ellos se encuentra el 25% de los huesos de todo nuestro organismo, y ya solo en uno de nuestros pies tenemos más de 250.000 glándulas sudoríparas.  Lo dijo Da Vinci en el siglo XV, “el pie humano es una obra de ingeniería de la naturaleza”.

Los pies son una de las partes más importantes del cuerpo, y a la vez una de las más olvidadas. Soportan nuestro peso y nos llevan hasta nuestro destino pero, ¿los cuidamos de la manera correcta?

Los pies son el único apoyo contra el suelo cuando caminamos. La forma de este y nuestra manera de pisar van a tener una gran repercusión en multitud de zonas de nuestro cuerpo, muchas alejadas de él. Nuestro pie está formado por tres puntos de apoyo en forma de triángulo: el hueso del calcáneo que forma el talón y las cabezas del primer y quinto metatarsiano.

El pie es propenso a sufrir alteraciones a lo largo de nuestra vida, sobre todo de tipo ortopédico. Cavo o varo, son las principales tipologías de pie asociadas a patologías. Por ello, es recomendable visitar a especialistas podológicos que puedan valorar la idoneidad de nuestra pisada, desde la infancia, cuando es más fácil corregir los problemas, hasta la vejez.

Nuestros pies también envejecen: el pie puede sufrir deformaciones, el tejido adiposo va desapareciendo, algunas enfermedades, como la diabetes, pueden generar problemas serios… Y lo mismo que acudimos al óptico para graduarnos la vista, debemos visitar al especialista para mantener una buena salud podológica.

No solo tenemos que vigilar nuestros pies, también nuestro calzado. Un gran porcentaje de personas utilizan un zapato más pequeño de lo que deberían. Pequeños detalles, como una puntera muy estrecha, no acertar con la talla, materiales poco transpirables o un excesivo tacón, pueden provocar patologías en nuestros pies como los temidos juanetes, los dedos en garra o los callos.

Solo tenemos dos pies, y son para toda la vida, así que más vale que empecemos a cuidarlos cuanto antes.

Unas pequeñas recomendaciones ayudarán a mantener sanos tus pies y tu pisada:

1. Lava tus pies a diario y sécalos bien, sobre todo entre los dedos.

2. Hidrata tus pies todas las noches. En una  piel hidratada, que es mucho más elástica, es difícil que aparezcan grietas o descamaciones, minimizando las posibilidades de infección por microorganismos.

3. Corta tus uñas en forma recta y límalas, evitará en gran medida que aparezcan las dolorosas uñas incarnadas.

4. Apuesta por calcetines de materiales naturales como el algodón. Las fibras sintéticas no permiten una correcta transpiración del pie.

5. Elige unos zapatos cómodos y no muy estrechos. La altura del tacón del zapato no debería superar los 3 centímetros. El pie de un adulto soporta el peso de todo el cuerpo distribuyéndolo entre la parte delantera y el talón, y precisamente es el talón el que soporta la carga principal. Cuanto mayor sea la altura del tacón más peso pasará a la parte delantera. La metatarsalgia es uno de los posibles problemas que acarrea el uso tacones, que se manifiesta con dolores en el antepie.

6. Evita las hormas muy estrechas que dejen el pie encarcelado o las puntas afiladas. Este tipo de calzado puede provocar la aparición de juanetes.

7. Revisa tu pisada. El dolor de pies no es normal, si se sienten molestias al caminar es indicador de que algo no funciona bien. Un estudio biomecánico de la pisada ayudará a conocer la idoneidad de la pisada y cuanto antes se encuentre la solución al dolor, mayor será tu calidad de vida.

8. Camina al menos media hora al día. El pie tiene una función muy importante en nuestro sistema circulatorio.  La sangre llega con facilidad hasta nuestros pies ya que “va de bajada” y es ayudada por la gravedad. Para que esa sangre retorne hasta el corazón es necesario que se activen una serie de bombas de retorno venoso. La primera de esas “bombas de retorno venoso”  está situada en la planta de nuestros pies (se llama la suela venosa de Lejars).

9. Protege tus pies en espacios públicos. Caminar descalzo es un error que provoca contagios de una forma muy fácil. El contagio de hongos, papilomas y cualquier infección es muy rápido, con el simple contacto. Cuando se está en instalaciones deportivas como gimnasios o piscina es muy importante usar las chanclas o cualquier otro tipo de calzado adecuado en las zonas comunes. Es un gesto sencillo que puede evitar muchos problemas.  

10. Acude al podólogo, al menos, una vez al año. Es el profesional que te ayudará y aconsejará a mantener tus pies saludables.

Como hemos demostrado, los pies son un indicador de salud y son la zona de manifestación de muchas enfermedades sistemáticas, además de que su mal funcionamiento repercute en otras zonas del cuerpo.

“Correr es un deporte cíclico de impacto que puede ser la causa de una lesión, sobre todo cuando no tenemos en cuenta factores de riesgo como es el exceso de peso, los errores en el entrenamiento, algunos factores externos como la dureza y estabilidad del terreno o el tipo de zapatillas”.

El ‘running’ es un deporte al alcance de casi todos, ya que sólo es necesario calzarse unas zapatillas y salir a la calle, pero es importante tener en cuenta los riesgos que supone realizar esta actividad sin estar preparados, para así aprovechar todos los beneficios y evitar lesiones.

“El exceso de peso es un riesgo para los ‘runners’ porque a mayor peso, mayor impacto, y precisamente ese impacto contra el suelo que repercute en todo el cuerpo es el que causa las lesiones”, ha explicado. Por otro lado, siempre es conveniente consultar con algún experto antes de comenzar con una práctica nueva para saber realizarlo de la mejor forma, ya que aunque sea algo tan ‘fácil’ como correr, también hay que evitar los errores.

Algunas de las lesiones más habituales son la fascitis plantar, la tendinopatía aquilea y los edemas óseos o fracturas de estrésPor otro lado, “son muchos los médicos que recomiendan elegir un buen tipo de zapatillas, consultando a un experto que nos recomiende las que mejor se adaptan al pie y la práctica de la persona”. Además, las características del terreno como el desnivel o la dureza causan muchas de las lesiones, por lo que hay que tenerlo muy en cuenta.

Lesiones más habituales

Las lesiones más comunes a las que se enfrenta un corredor que realiza una mala práctica son las que afectan a los pies como “la fascitis plantar, la tendinopatía aquilea y los edemas óseos o fracturas de estrés”. Otras de las articulaciones que más sufre es la rodilla, donde suelen ser comunes “la tendinopatía rotuliana, el Síndrome de la cintilla iliotibial y el Síndrome rotuliano”. Por último, el especialista ha apuntado también a la tibia como diana de las lesiones, ya que pueden aparecer casos de periostitis tibial.

“La fascitis plantar se trata de una inflamación y degeneración de la fascia del pie, que es un tejido fibroso que recubre a los músculos del pie. Se puede evitar con una correcta elección del calzado y ejercicios adecuados de estiramiento. Cuando se presenta hay que utilizar taloneras de descarga, además de comenzar con un programa adecuado de rehabilitación basado principalmente en ejercicios, así como cumplir el reposo deportivo”, ha comentado el doctor.

Respecto a las tendinopatías, el experto ha diferenciado entre la aquilea y la rotuliana según la zona a la que afecta. “La tendinopatía aquilea produce un dolor más localizado en la zona media del tendón de Aquiles que se intensifica tras el ejercicio. El tratamiento inicial es un programa adecuado de ejercicios de rehabilitación, basado en estiramientos y fortalecimiento progresivo, así como reposo de actividad de impacto”.

“La rotuliana es una degeneración del tendón rotuliano, en su inserción en el hueso. Lo que más predispone esta lesión es correr en superficies duras, mala adaptación a las cargas de entrenamiento, mal calentamiento y el abuso de correr con mucho desnivel. El tratamiento debe empezar con frío local, reposo deportivo de impacto y tratamiento rehabilitador con fortalecimiento progresivo y estiramientos adecuados”, ha explicado.

Evitar terrenos desnivelados

Otra de las lesiones es el síndrome de la cintilla iliotibial. El especialista ha indicado que se suele presentar “como un dolor fuerte en la parte externa de la rodilla, que aparece de forma progresiva durante la carrera. Los terrenos desnivelados lo favorecen, y para evitarlo es importante realizar estiramientos del glúteo mayor y piramidal, junto con fortalecimiento de isquiotibiales”.

La lesión que afecta a la tibia, la periostitis tibial, que consiste en “una inflamación de la membrana que recubre la tibia y produce dolor generalmente en el tercio inferior de la cara interna de la tibia. Los factores que la desencadenan son un mal calzado, una hiperpronación y el abuso de correr en superficies duras“. El tratamiento inicial que se debe seguir en este caso, que “como en todas las lesiones, debe tratarse con frío, con reposo deportivo y con un plan de rehabilitación para flexibilizar la musculatura adyacente”.